Hombre con traje y corbata:
- Meditación.
- Iluminación.
- Chakras.
- Reiki.
- Familia.
- Poderes.
- Éxito.
- Carrera.
Monje budista:
- “…”
Hay una diferencia, solo una: la quietud. Desde la quietud se origina el orden, el cosmos, la vida. Aprender a escuchar un único sonido: el silencio. Envuelve el vacío y lo llena. Om, un cuenco tibetano, 432 Hz, omnipresencia creadora. Las ondas penetran y funden en el absoluto. El volumen crece hasta desvanecerse. Ser. Entonces, volver al ruido común y dejarse vencer por la gravedad relativa. Pero, entonces, crear un propio orden, un propio cosmos, una propia vida.
Así comienza todo: en quietud y en silencio. Siendo. Deviniendo.
La meditación no sirve para relajar la mente, la relajación es una herramienta para llegar al estado primordial. La meditación no es guiada, ella te guía hacia ti mismo. La meditación no es para desconectar, meditar te conecta con la verdad absoluta en relativo movimiento. Para no distorsionar esa conexión, hay que tomar el control del cuerpo y el pensamiento. ¿Cómo? Dejándolos fluir sin ponerle más cuerpo ni más pensamiento. Somos mucho más que lo que palpamos y razonamos: somos un canal en línea con el universo y en oleadas de energía recuperamos la consciencia de que somos él.
La señal con que funciona el mando a distancia o control remoto es invisible a los ojos, la red de wifi también es invisible y siempre hay un soporte material que envía y recibe. Las ondas de amor tampoco pueden verse y, sin embargo, las emanamos y sentimos. ¿Qué nos hace discurrir que nosotros no emitimos ni recibimos otras señales de mayor sutileza más allá de lo que nuestros limitados sentidos y nuestra limitada tecnología captan? ¿Realmente tiene lógica humana que la vida consista en memorizar datos, aprobar exámenes, conseguir títulos, alquilarse hasta la vejez, casarse con un banco hasta que la hipoteca los separe, unirse con un semejante por pasión o comodidad y procrear la siguiente generación que repita el mismo papel? ¿Para qué vivir mecánicamente, como si no fuésemos más que un robot programado? ¿Qué sentido tiene volverse experto en alguna materia, mientras se ignora a sí mismo? ¿Por qué utilizar técnicas, como si la vida fuera un circuito robótico, para poner la mente en blanco con el mero fin de desenchufarse un rato de esta realidad?
Meditar no es nada de eso. Precisamente la meditación nos pone en sintonía con la auténtica realidad: nos devuelve a la sinergia cósmica y los secretos poco a poco se van revelando.
Cuando medito, mi cuerpo es un péndulo: la herramienta que me conecta con la verdad. Nadie tiene la verdad absoluta, mas todos somos verdad absoluta encarnada en múltiples caras del mismo cristal que brilla según se torne hacia la luz.
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