El lenguaje es un laberinto. Es el conducto que nos lleva ante la salida hacia el ser que son las puertas de la verdad, pero nos puede desviar infinitamente.
Lo que quiero decir es que a la conciencia no se llega mediante la razón, la lógica, la reflexión, los sentidos, sino desde nuestro verdadero ser. No siempre se manifiesta nuestra esencia, aunque es lo que verdaderamente somos, por eso decimos que la conciencia es un estado, porque “está” a veces accesible. A la conciencia llegamos simplemente siendo, aquietando la mente, dejándonos ser. Así nos fluyen las verdades, como cuando necesitamos escribir un poema para plasmar una inspiración que nos ha llegado. Y la plasmamos en forma poética, que es un lenguaje que va más allá, que nos eleva y nos hace vislumbrar dónde se halla la salida de ese laberinto.
A veces nos mueven emociones negativas, otras positivas, para escribir poesía. Aunque las imágenes sean muy bellas y las metáforas sean perfectas, se siente cuando un poema está escrito desde lo emocional. Sin embargo, cuando está realmente inspirado en lo más profundo, en el amor, en el verdadero amor que va mucho más allá de humanos estímulos, se nota, se siente vibrar de otra manera, se fusiona dento de ti, como si fuese parte tuya… porque lo es. Lo reconoces, recuerdas que lo conoces. Y hablo de poesía, como podría hablar de cualquier arte, pues todo arte es lenguaje sublime y que sublima a quienes son capaces de dejarse confluir con su sintonía. Por eso, cuando miro las obras de Miguel Ángel se me derraman las lágrimas: no soporto tanta belleza, amo.
El amor es la verdad, la parte emocional es solo ese amor fragmentado y convertido en mil egos que hacen sobrevivir tu personalidad en este mundo ficticio. Los parásitos que luchan por no extinguirse poseerán tu mente para crearte el miedo, la ira, y demás yoes y separarte así de tu unidad. El amor es la verdad de tu ser y la inspiración divina es ese estado de conciencia que te llega algunas veces.
La belleza es la fuerza más monstruosa del universo. Por eso en el cosmos reina la geometría sagrada, oculta a veces cuando somos demasiado humanos.
Y con este laberinto espero no haberme desviado infinitamente de lo que quería transmitir.