Soy filósofa de mi propia existencia, es decir, poetisa
Soy filósofa de mi propia existencia, es decir, poetisa

Más que negacionista, soy afirmatista: que nos obliguen a vacunarnos es ilegal

Las vacunas han salvado a miles de personas, los negacionistas no.

Es fácil caer en el simplismo de etiquetar y catalogar a las personas como “negacionistas”, “conspiranoicas”, “borregas”, etc., pero eso solo sirve para aferrarse con más fuerza a las propias ideas sin ver un poco más allá. Aquí doy un par de datos y argumentos para reflexionar:

  • Las vacunas, a día de hoy, se sabe que son experimentales hasta el año 2023 (unas para febrero y otras para junio, creo recordar).
  • Los médicos no saben todavía los efectos secundarios de la inoculación. Empiezan a saber ahora las reacciones, que ya se cuentan por 25 o 30.
  • Si te vacunas y tienes una reacción adversa, ningún organismo ni empresa se hace responsable de tu vida ni de tu salud. Al menos en España no existe un fondo de daños por la vacuna ni un seguro para damnificados. Si se denuncia, el gobierno pasa la bola al médico, y el médico a la farmacéutica, la farmacéutica al gobierno, y así sucesivamente.
  • No están preguntando si se tiene alguna patología previa, ni si es alérgico a algún medicamento, ni si ha pasado el coronavirus, ni le revisan en ningún momento el historial clínico. Por tanto, cabe suponer que ciertos elementos químicos de la vacuna puede que no le sienten bien a todo el mundo. La Administración, que es política y no médica, da por hecho que vas a ir a vacunarte sin ni siquiera un análisis previo de tu estado de salud. Es el propio paciente el que debe interesarse e ir a preguntar al médico sobre el particular.
  • La vacuna está dejando de ser eficaz sencillamente por lo que llaman el escape inmunológico: el virus está generando rápidamente nuevas variantes a consecuencia de una vacunación masiva durante epidemia. Y esto no lo digo yo: lo dicen ciertos virólogos como Robert Malone, Luc Montagnier (el descubridor del virus del SIDA y ganador del premio Nobel) y otros. La vacuna de Pfizer en Israel ha pasado a tener una efectividad solo del 16%, ejemplo vivo del escape inmunológico debido a una vacunación masiva, fuera de la lógica del virus.

Vivimos en una dictadura mundial sanitaria

Con todo esto al alcance de la mano, diría que cada uno elija lo que quiere hacer, en total libertad, informados plenamente y responsables de su propia seguridad. Pero, desgraciadamente, en muchos puede más el miedo y la presión social ejercida desde los medios, las instituciones e incluso por las propias personas de a pie previamente coartadas. Sin embargo, lo peor es que en algunos casos no dejan opción a elegir. Es ilegal que te obliguen a vacunarte, pero, no solo manipulan y presionan a la gente para que se deje inyectar, sino que lo han hecho requisito para poder acceder a algunos lugares, para poder entrar a un país. Legalizan prácticamente lo ilegal, convirtiéndolo con la praxis en moral, y algunos practicarán lo ilegal contra lo ilegal, lo cual me parece perfectamente ético.

No daré veneno a nadie, si me lo piden, ni tomaré la iniciativa de tal sugerencia.

Juramento de Hipócrates (460 – 377 a.C.).

En todos los casos se debe solicitar el consentimiento de la persona examinada o tratada. Cuando el paciente, en un estado de manifestación de su voluntad, rechaza la investigación o el tratamiento propuesto, el médico debe respetar esta negativa luego de informar al paciente de sus consecuencias.

Código de Conducta Médica, artículo 36. Artículo R4127-36 del Código de Salud Pública.

El consentimiento del sujeto humano es absolutamente esencial.

Nadie puede ser sometido sin su consentimiento a un experimento médico o científico.

Código de Nuremberg (1947). El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos retomó esta prohibición contra la experimentación involuntaria, en su texto de 1966, y la especificó (segunda frase).

Respetaré la autonomía y la dignidad de mi paciente. No utilizaré mis conocimientos médicos para infringir los derechos humanos y las libertades civiles, incluso bajo la fuerza. Mantendré el respeto absoluto por la vida humana, desde la concepción. Consideraré la salud de mi paciente como mi primera preocupación.

Declaración de Ginebra para los médicos (1948).

La participación de personas capaces de dar su consentimiento informado a la investigación médica debe ser un acto voluntario. Ninguna persona capaz de dar su consentimiento informado puede participar en un registro sin dar su consentimiento libre e informado.

Artículo 25 de la Declaración de Helsinki (1996), firmada por 45 países.

Una intervención en el ámbito de la salud solo podrá realizarse después de que el interesado haya dado su consentimiento libre e informado. A esta persona se le proporciona previamente información adecuada sobre el propósito y la naturaleza de la intervención, así como sus consecuencias y riesgos. El interesado podrá, en cualquier momento, retirar libremente su consentimiento.

Artículo 5 del Convenio de Oviedo (1997), firmado por 29 países.

Toda persona deberá tomar decisiones sobre su salud con el profesional de la salud y teniendo en cuenta la información que le proporcione. El médico debe respetar la voluntad de la persona después de informarle de las consecuencias de sus elecciones. Si la voluntad de la persona de rechazar o interrumpir el tratamiento pone en riesgo su vida, el médico debe hacer todo lo posible para convencerla de que acepte la atención que tanto necesita. No se puede practicar ningún tratamiento médico sin el consentimiento libre e informado de la persona y este consentimiento se puede retirar en cualquier momento.

Artículo 111-4 de la Ley Kouchner (4 de marzo de 2002).

Ningún tratamiento médico es obligatorio en la Unión Europea: como tratamiento médico no voluntario, la vacunación obligatoria es una injerencia en el derecho a la privacidad, garantizado por el artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales.

Jurisprudencia de Salvetti (2002). Decisión Salvetti c. Italia-TEDH de 9 de julio de 2002; núm. 42197/98.

Toda persona tiene derecho a respetar su propio cuerpo. El cuerpo es inviolable.

Artículo 16-1 del Código Civil francés.

¿De qué sirve esto, si estamos viviendo en una dictadura mundial “sanitaria” (entre comillas y en cursiva, porque de sana tiene poco o nada)? ¿De qué sirve leer estas líneas primordiales y directas, cuando por todos lados nos meten la información que les conviene para manipularnos y domarnos para sus fines? ¿De qué sirve informarse, si ya no se puede hacer vida normal, viajar ni entrar a un bar o restaurante (por ejemplo, en Francia y en algunas partes de España), si en trabajos discriminan por no inyectarte una cosa de la que nadie se hace responsable si te perjudica y de la que se desconocen efectos a medio y largo plazo? ¿De qué sirve, si nos acorralan en el mejor de los casos para probar sus experimentos y en el peor para usarnos en sus macabros fines? ¿De qué sirve, si la mayoría de las personas ya se ha dejado lavar el cerebro con la solución del miedo, el acorralamiento y la presión social?

El otro día leí una frase, de cuyo autor no me acuerdo, que decía algo así: “Los mayores anarquistas son los gobiernos, pues hacen lo que quieren, cuando quieren y como quieren”. Qué gran verdad. Crean y cambian leyes a su gusto y por su jeta. Y es que son los anarquistas quienes dirigen esta dictadura con el común de las personas como cómplices. El negocio redondo.

Dentro de poco no se va a poder ni entrar al supermercado sin el pasaporte covid, cuanto menos a un restaurante (ni que me importara mucho esto, pero sí me importa el hecho de que prohíban), ni viajar. No se va a poder vivir normal: malvenidos a la Nueva Normalidad. Todo sigue un macabro curso que no me gusta nada, no me adapto a este enfermo mundo y siento mucha rabia e impotencia, también por lo que le ocurrió a mi padre. Ésta es mi Nueva Normalidad ahora: experimentar lo que estoy sintiendo, luchar por no perderme en el círculo vicioso del océano mental y emocional y resurgir con más fuerza. Vivir y transmutar cuando esté preparada.

“La mejor sanidad del mundo”

Volviendo a la vacuna del covid, pues es únicamente a esta vacuna a la que me estoy refiriendo, yo no sé si ha salvado miles de vidas. Lo que sí sé es que han habido muchas personas con efectos secundarios adversos, algunos de ellos han muerto a las horas o días de darse una de las dosis.

Fuera de toda esta información que se lee y oye en los medios y se sabe por el hijo del vecino y el compañero de trabajo del primo, puedo hablar por experiencia propia de un par de casos cercanos que he observado. Uno de ellos es mi padre. Tenía cáncer y más o menos un mes después de darse la segunda dosis de Pfizer empeoró radicalmente y, tan fuerte fue su declive, que en el plazo de un mes y medio de empeorar murió fulminantemente. Yo no sé si la vacuna tendrá algo que ver en esto, tal vez fuera una casualidad, no lo sé. No sé, pero me da que pensar, pues conozco otros dos casos, también gente mayor, en los que también un mes después de vacunarse (con Moderna, creo recordar), las patologías previas que tenían estas dos personas se dispararon al punto de no poderse casi ni mover durante meses una de estas personas. ¿Casualidad de nuevo? Puede que sí, puede que no, pero un poco raro me parece.

Ayer hizo dos semanas que murió mi padre de cáncer. Gracias a médicos negligentes de nuestra maravillosa sanidad española se le esparció la enfermedad durante meses y meses hasta que empezó a recibir un tratamiento. Después, la metástasis cerebral no se la detectaron, a pesar de haberle tenido ingresado en el hospital unos 10 días en total. Pero hoy solo se habla del cobi, la b’akkuna y del certificado de fackinasión. La gente lo primero que te pregunta cuando te ve por la calle es: “¿Ya te vacunaste?”, como si fuera la puta salvación, mientras siguen con sus hábitos perjudiciales de mierda, como si todo fuera como antes, pero más controlados y amansados. Son tan víctimas como verdugos del ejército de la presión social.

No estoy en contra de la medicina alopática per se, aunque sí muy enfurecida con la sanidad de mi país y no confío en el sistema ni en los médicos. Sin embargo, prefiero cuidarme de manera natural, llevar una vida sana tanto física, como mental y emocionalmente y prefiero, si tengo algún problemilla, recurrir a lo natural. Si me duele la cabeza, me echo aceite esencial de menta en vez de tomarme una aspirina, por ejemplo. Si tuviese algo grave, ahí entraría la medicina convencional, si es que me atienden y no cometen alguna negligencia conmigo también. De lo que estoy en contra, hablando del tema covid, es de la mentira, la manipulación y los planes macabros.

Papá estado y el abuelo farmacho alfa

Cada vez más nos quieren hacer depender de la industria farmacéutica, regida por esos machos alfa que dirigen el mundo, metiéndonos el miedo hasta en la publicidad, intimidándonos para que decidamos meternos la vacuna por nuestra propia voluntad (débil, débil fuerza de voluntad). Nos quieren hacer más dependientes de esta industria, además de que en el caso del que estoy hablando se desconocen los ingredientes de las vacunas. ¿Tú los conoces? ¿Tú sabes dónde podrían estar accesibles para que la población pudiera leer lo que le están metiendo en el cuerpo? Al menos en los envases de comida basura se pueden leer los ingredientes, aun teniendo nombres raros una los puede investigar y ya decide si los traga o no (y la mayoría lo hace, aun sabiendo que no es saludable, pero luego andan desesperados por ponerse la vacuna para no morir). Con las vacunas y los agroquímicos con que fumigan la comida no pasa lo mismo. Por ejemplo, nunca he visto en ningún lugar que ponga: “Producto pulverizado con Glifosato”, “Producto rociado con Atrazina” (aunque se sabe que eso lo echan a las plantas y la tierra. Si quieres algo sin eso, jódete y paga el triple o ten un huertecito y cultiva tu propia comida).

Retomando lo que decía, las personas están cayendo en la trampa de relegar la responsabilidad sobre su propia salud en manos de terceros, de papá estado (y cuartos y quintos y a saber). No me refiero a cuando ya están enfermos (y cuando lo están también siguen teniendo la obligación de hacer todo lo posible por sí mismos), sino que me refiero a de antemano cuando aún no lo están. De antemano, te quieren convencer de que si no te inoculas, vas a morir. ¡Por favor! ¿No huele raro que insistan tanto y tengan tanto interés por nuestra salud (supuestamente por esto)? “Estamos en pandemia, egoísta!” ¿Y por eso voy a dejarme hacer lo que sea, meterme cualquier sustancia desconocida que tanto interés económico suscita y de cuyos efectos adversos nadie se responsabiliza, con tal de no morir? En año y medio no he muerto, ni me he contagiado. “Has sido asintomática.” La excusa perfecta. “Has tenido suerte.” La suerte no existe, eso sí que es un dogma. Cuando no te ha ocurrido una desgracia, ahora es por suerte.

En año y medio sigo viva y sana, mientras millones y millones y millones de euros se han llevado las farmacéuticas a los bolsillos a costa de nuestra salud. Pero a esto se le llama ser conspiranoico. Claro, es que confiar ciegamente en los filántropos multimillonarios y sus buenas intenciones y su desinterés económico es lo que se lleva, o no fiarse del todo, pero dejarse convencer por si acaso sí es cierto todo lo que dicen y con lo que insisten, de lo que tanto nos quieren convencer y con lo que tanto nos presionan. “No creo que vayan a mentirnos.” Si el 98% de las personas tuviera esa posición de poder y económica, mentiría, estorsionaría y haría lo que fuera con tal de mantener su situación y mejorarla a costa de cualquier persona o cosa. ¡Pero si la gente común ya lo hace a diario en las pequeñas cosas de la vida! ¿La mentira, la hipocresía, la avaricia y el egoísmo no están a la orden del día en todos los ámbitos? El ego lidera este mundo.

Come, reza, ama, respira, haz deporte, no fumes…

Cada persona tiene responsabilidad de sí misma, de lo que se deja meter en el cuerpo y en la mente, de sus emociones. Un médico debería estar para ayudar y acompañar y en casos graves salvar, pero nadie te puede imponer nada y tergiversar y manipular la información es una cosa muy, muy, muy sucia.

¿Cómo vibrar alto en estos momentos? Con todo lo acontecido y lo que está pasando, no me puedo armonizar. Más bien, no quiero, hay que ser sincera, hay que hacerse responsable de los pensamientos, emociones y actos. Responsabilidad, como dije más arriba. Que esté en un camino espiritual no me convierte en Buda. Tengo muchos defectos, egos muy fuertes y éstos son a los que realmente tengo que combatir: dentro, no fuera. Pero estoy en un tiempo en que lucho contra el mundo, me niego a aceptar la situación actual y la ira, la soberbia y la indignación se apoderan de mí. Yo las dejo vivir a través de mí y aprendo a través de sus cimas y valles más de mi propio origen y sentido, mientras estallo y continúo mi día sembrando semillas, estallo y continúo… Corriendo peligro de quedarme en el bucle.

“El mundo tiene dueño y no somos ni tú ni yo.” No, mi dueño es mi propia mente generadora de egos, pero mi ser superior es domador de monstruos. Eso lo recuerdo a través de la intuición y, entonces, decido si quiero ser poseída o maestra.

Yo no sé si estas vacunas covidianas han salvado vidas, lo que sí sé que salva la vida es mantener el sistema inmunológico fuerte, apreder a respirar, meditar, comer sano y ecológico, hacer deporte, no fumar, no beber alcohol, salir a la naturaleza, vivir en un entorno pacífico, tener propósitos en la vida, aprender y evolucionar personalmente, reír, el amor y compartir con los seres importantes, entre otras cosas. Yo no llamaría a todo esto ser negacionista, sino más bien afirmatista, pero si me quieres etiquetar con lo contrario, pues a mucha honra.

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