Hoy hace 8 años escribía FREIHEIT, LIBERTAD, así y con mayúsculas, tras haber hecho en Alemania mi examen final en la escuela de diseño gráfico. Me creí libre por acabar la formación y conseguir mi título. Lo que no sabía era que el mismo día 5 años más tarde me iría de ese país, de esa casa y, sobre todo, de ese matrimonio. Me fui de ahí hacia donde me dictaba el corazón: hacia mí misma.
Hace 3 años me gané verdadera libertad a golpe de consciencia, valentía, fortaleza y con mucho apoyo de seres incondicionales. Pero toda libertad conlleva responsabilidad y aún quedaba mucho, mucho, mucho por batallar… Entre otras cosas y sobre todo por mis tres gatas, a las que tuve que dejar en Alemania, sin otra alternativa que confiando en la humanidad de una persona despechada y ardida, sin saber todavía toda su verdad, y sin saber cuándo volvería a verlas. De todas maneras, estaba convencida de que las traería conmigo cuando pudiera. Aunque me mintieron, intentaron chantajear, manipular e incluso recibí amenazas, aunque tuve que buscar vía online una abogada desde España en Alemania, y gracias a eso, finalmente ellas volvieron a mi lado, un año y tres meses después. Gracias a eso y a sumergirme en lo más profundo para sacar de mis posos hasta la última partícula subatómica de voluntad y direccionar este elemento cuántico, con el poder de crear y destruir universos, hacia mi objetivo. Enorme aprendizaje a golpe de necesidad: rendirme por quién amo, jamás.
Cuando me fui, hoy hace 3 años, todavía no era del todo consciente de lo que había aguantado hasta ese momento y no me imaginaba todo lo que vendría, tanto para bien como para mal: la estocada final del matador vino en forma de cajas de mudanza, financiadas por mí, que habían viajado miles de kilómetros mal cerradas e incluso rotas, algunas llenas de tampones y botes de crema vacíos, y de cientos de libros desaparecidos en un agujero negro del pueblecito Scherfhausen, que como por arte de magia aparecieron en otra región del espacio-tiempo postaviso jurisprudente. Sin embargo, todo ese mal contra el que me estampé hizo que me fortaleciera y aprendiera muchas lecciones. Y lo bueno que ha ocurrido desde que volví a España, que es mucho e inimaginable, me ha ido confirmando el camino. Soy quien soy en el presente gracias a todo ello.
Sin embargo, aún queda un paso muy importante para una libertad aun mayor, pues en la actualidad públicamente sobre mi alma no puedo más que poetizar meta-meta-metafóricamente. Pero ahí vamos, yendo un poquito más allá, cada vez un paso más cerca de nosotros mismos, de llamarnos realmente libres y libres de todo vínculo caduco y sin círculo vicioso, porque ahí va de nuevo la megalección que repasamos y ponemos constantemente en práctica: rendirnos por quien amamos, jamás.