¿Qué necesidad tengo de hablar de esto si no puedo cambiar el mundo? Cada quien va a seguir su proceso a su ritmo y casi solamente puedo ganarme antipatías con este mensaje disfrazadas de indiferencia u hostilidad. Viendo lo visto, en pocas personas, si acaso, sembraré la semilla de la reflexión y la acción, pero mejor pocas que ninguna.
Yo solo me puedo cambiar a mí misma y el mejor motor transformador es dar ejemplo. Cuánto cuesta cambiarse a una misma… Quizá aún tenga no la ingenuidad revolucionaria, sino demasiado ego como para querer tener la razón y no aceptar que a los demás no les da la gana ver las cosas. Quizá aún sea un tanto iracunda y me sienta frustrada por ver cómo funciona el planeta. Quizá sea una egocéntrica. Sí, soy horrible: soy incómoda, molesta, aguafiestas, rara, extremista, insoportable, odiosa, un grano en el culo, una mosca cojonera. Pero me acepto así. Debería vibrar más alto. Sin embargo, ahora estoy en esta etapa de mi camino y mi intención es expresar la siguiente evidencia ante la cual se prefiere estar ciego.
Sé que a muchos no les importará en absoluto lo que tenga que decir. Si me valiera de eso, ¿para qué escribiría? Si los humanos con algo que expresar se hicieran caso de las opiniones de los demás, no existiría el arte. No se puede comparar un cuadro de Miguel Ángel, o un poema de Whitman con una reflexión de un don nadie. Y a pesar de eso, me apetece compartirla, porque esta doña nadie quiere dar voz a los que a menudo no se quiere escuchar por no hablar el mismo idioma. Porque esta doña nadie que trabaja en sí misma quiere expresarse y punto. Todo sin ánimo de ofender a nadie, que quede claro de antemano.
Últimamente estoy viendo a muchas personas enfadadas, muy cabreadas con los veganos. Fui vegetariana tres años y medio y desde noviembre me pasé al veganismo. He compartido alguna vez mi punto de vista y recibido ataques como si estuviera cometiendo un crimen. Parece que a mucha gente le molesta que se digan las cosas tal cual son. Veo mucha vegafobia por aquí. Os ponéis agresivos, os están afectando las toxinas (quizá a mí también los químicos de frutas y verduras y los herbicidas de los prados y parques y la contaminación del aire, no lo niego).
No sé cuál es el problema de decir la verdad. Yo no ofendo a nadie, no insulto a nadie, no falto al respeto a nadie por llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos. A mí ya me han piropeado con “rara”, “feminazi loca de la comida”, que no es exactamente lo mismo que “veganazi”, y con “antisistema” y “obsesionada con ‘los gatos'”, que no es lo mismo que “locamente enamorada de ‘mis gatas'”. Pero gracias por los elogios. A ellos también les podría halagar con “mediocre”, “facha”, “xenófoba”, “pirata”, “estafador”, pero creo que sería caer en el simplismo y mucho menos agradable que las bonitas palabras que ellos me han dedicado a mí. Volviendo al asunto: digo lo que es, o comparto la realidad que otro menciona, como en este último caso el actor y activista vegano Joaquin Phoenix.
Existe una industria ganadera y pesquera en la cual los animales son tratados peor que objetos de usar y tirar. Tratáis mejor vuestro teléfono móvil o el papel higiénico con el que os limpiáis de lo que la ganadería y la pesca tratan a los seres vivos. ¿Qué pasa, es mentira eso, o es que os jode enfrentaros a la cruda verdad? Y ni mencionar lo que estos negocios afectan al ecosistema y a la salud, no es difícil darse cuenta. Pero es más agradable, más delicatessen y más cómodo seguir ciegamente tragando cadáveres y comprando prendas y potingues para los cuales han maltratado y matado seres inocentes sin detenerse un momento a pensar, meditar, reflexionar sobre lo que uno se mete en el cuerpo, o con lo que se lo cubre. Y sobre lo que impacta al medioambiente. Y sobre lo que enferma el organismo. Es que si no igual os dan arcadas, u os entra sentimiento de culpabilidad.
Es más fácil insultar al empático que quiere remover conciencias, más fácil ignorar por tradición y costumbre, porque toda la vida se ha hecho así y de otra forma es incómodo, o porque está muy rico, y seguir consumiendo sin tener al menos un mínimo respeto ante el ser que ingerís. Si os sabe bien la carne, deteneos al menos un momento a tomar conciencia sobre lo que coméis, aunque solo sea por respeto a ese animal que dio la vida para ser digerido. Tuvo que morir para que lo valoréis algo más que un instante en el paladar. Fue un ser vivo, ahora es un ser muerto, cinismos a parte. Volveos conscientes de que ha nacido, malvivido, sido usado, torturado y asesinado para que os lo metáis en la boca y después os salga por el orto, si es que habéis aprovechado de verdad sus restos. Parte de su miserable existencia y su agonía permanecerá en vuestra sangre. Pensad por favor un poco sobre ello, aunque esto no cambie a gran escala las condiciones de los animales, pero igual algo cambia en cada vez más de vosotros y poco a poco mejora su situación.
Os juro que he asistido en el pasado a muchas hecatombes, llamadas “barbacoas”, donde kilos de las partes “buenas” del animal van a la basura. Las carnes ya estaban demasiado saciadas como para prestigiar más muerte. Las partes “malas” muchas ni siquiera llegan al supermercado. Sin mencionar cada vez que voy a casa y me encuentro de camino con cangrejos enteros tirados al suelo ante el basurero de turno. ¿Esos crustáceos han muerto solo para pudrirse en el olvido? ¿Tan poco valor tiene una vida? Hasta la de una mosca tiene gran valor. ¿Hasta ahora cuántos planetas se conoce que alberguen vida? El universo debe estar plagado de ella, y aún así es algo mágico. Pero si no le sirve al humano aunque únicamente sea por estética, como la mariposa, se le aplasta sin piedad como a una asquerosa cucaracha. Y más si es una mosca cojonera, cuyo único pecado es vivir volando y zumbando unos segundos al lado vuestro.
Si os gusta la carne y el pescado, sois libres de comerlo. Si no os molestáis en buscar alternativas sin sufrimiento animal, es vuestro “libre” azar. Cada quien que haga lo que su (falta de) conciencia le diga. Así va el mundo. Pero no veo por qué tanta agresividad a la hora de que se muestre lo real mediante palabras, mediante la versión light para los escrupulosos que no quieren ver imágenes. Aún así muchos os sentís amenazados y gravemente ofendidos, como si os molestara saber la verdad.
No haría falta enseñar tan desagradables escenas si uno pensase en lo que ocurre. Hay muchos que siguen fumando e ignoran las fotos de las cajetillas de tabaco y ni se espantan de sus propios pulmones. Hay mucho vicio y poco amor propio. Así que… ¿por qué os sentís tan atacados por que se hable de animales ajenos a los cuales ni consideráis como seres merecedores de algún derecho? ¿Da asco saber, cierto?
Para los morbosos y los apáticos dejo aquí este macabro y verídico documental. Las imágenes hablan por sí solas.