Nací como María Ferreiro Garrido en Santander, España, en noviembre de 1987. Allí me crié, aunque mi alma siempre sintió que su verdadera procedencia es la tierra de mi padre: los montes del Caurel, en el sur de Lugo, Galicia.
A muy temprana edad sentí el instinto de dar vida al abstracto lenguaje interno de mis pensamientos a través de palabras. Tiempo después comprendí que escribir es la vía más directa de acceso a lo más profundo de mí misma: a mi esencia.
Mis primeros escritos, eclipasada por Gustavo Adolfo Bécquer, cultivaron el estilo del romanticismo. A los 15 años comencé a estudiar alemán y con 19 escribí los primeros versos en este idioma, venerando a Heinrich Heine. Desde entonces he buscado en ambos idiomas un código poético propio echando mano de distintas herramientas temáticas, como el lenguaje de lo onírico, del arte y la ciencia. De esta manera mi estilo ha ido volviéndose cada vez más abstracto y surrealista.
Soy, luego pienso;
La esencia de escribir, Arim Atzin
pienso en la gallina que puso el huevo
y en el huevo que puso a la gallina.
Pienso, luego soy;
desde que tengo uso de la palabra
escribo lo que pienso.
No escribo en el tiempo libre,
soy libre cuando escribo;
soy tiempo en las líneas.
Soy, luego escribo.
Y cuando pienso por qué ser,
si lo pensado y lo vivido
se esfuman al dejar de ser,
cuando pienso qué sentido tiene
el ímpetu por florecer la vida,
por sacrificarse la supernova,
por tan largo expandirse el ser,
cuando pienso en todo esto y me es imposible pensar no ser,
entonces devengo, ich werde:
merece la pena ser, llegar a ser,
experimentar antes de no ser
y merece la pena escribir,
llegar a ser
al ya no ser lo que fui y pensé.
Escribo, luego soy.