Paz es lo visible, luz que nos llega porque también hay sombra que la sustenta, paz es dejarnos fluir en el océano que guarda una gran batalla interna entre las partículas subatómicas de sus aguas. Paz es armonía, es amor, pues en el orden, en la geometría se proyecta la belleza que nos ama. Pero no olvidemos que las formas guardan secretos que no podemos ver ni palpar, mi intención esto me dice y la siento borboteando bajo la corriente que en mí desemboca.
La verdad es una sombra
La sombra de la verdad, Dialéctica de ojos, María Ferreiro
eclipsada tras la luz cegadora
que al penetrar siembra
mi claro camino
del infinito frío
que esconde el oscuro universo
desconocido.
Este poema lo escribí hace muchos años. Con el tiempo voy descubriendo detalles ocultos en su verdad. Hoy pienso que la luz que vemos no es ni la mitad de potente que la del absoluto, pues, para poder verla con nuestros ojos, necesitamos su otra mitad: la sombra. En la sombra se oculta parte de la verdad que no vemos, ni podemos ver, pues para descubrirla debemos iluminar y deja de ser oscuridad.
Todos los secretos que van más allá de nuestra razón y nuestros sentidos los guarda la sombra. A la verdadera luz, la fuente de amor absoluto de la que todo brota y que crea el plano relativo para autoconocerse, a esa verdadera luz pertenecemos. Cada una de nuestras experiencias, sean míseras o místicas, son necesarias para que la fuente se experimente a sí misma.