Soy filósofa de mi propia existencia, es decir, poetisa
Soy filósofa de mi propia existencia, es decir, poetisa

Montes y chispas: prosa poética de Arim Atzin

Por muy dotado que esté otro de la elocuencia, para encender esa chispa no puede haber otra chispa encendida. Dos no caben en ese singular espacio-tiempo. Y aunque no haya ninguna, la chispa no se enciende con historias bonitas, se enciende desde lo más hondo de la noche del alma y la convierte en día.

Ahí no se llega con versos y leyendas y saberes, sino que el camino directo es una mirada, una voz, un aroma que evoca la forma del abrazo añorado: figura invisible que encaja y se clava dentro como un anzuelo ardiente sin saber por qué; simplemente existe en uno y prende.

La poesía es una forma de llegar ahí, pero no por ser bonita o sonora, sino porque evoca esa mirada, voz, aroma… y prende. Como la tuya, que me arrastra y es un río de fuego más fuerte que mi voluntad que bosqueja la geometría de mi alma.

Tenemos esa chispa y, bueno, más bien un cráter en erupción que me derrite por dentro y se me desprende de entre las piernas todo el tiempo.

Existe en todo una estructura, una estética. Otros llaman a esto ritmo o melodía y depende de ella si una llama prende y derrite o devasta y calcina. Depende de la intensidad y de la manera en que esta llama arda.

Cuando te conocí, sabes que al principio me costaba confiar en el fuego. Sin embargo, enseguida me abrí a ti y te me colaste por la boca, caminaste mucho tiempo a oscuras hasta llegar a mi epicentro. Allí encendiste la chispa y yo, desde aquí fuera, ni me di cuenta.

No sé qué hiciste exactamente para extinguir el infierno que me estaba consumiendo. Seguía calcinándome y del agotamiento ni me di cuenta de que se había agotado o quizá tú ayudaste a apagarlo. No sé bien qué pasó ahí dentro. Pero la cuestión es que recolectaste todas las cenizas y las usaste de tierra fértil para plantar bosques tropicales.

Mientras, todas las noches avivabas tu/mi llama interna y hacías vela en lo hondo de mis montes. Qué astuto, no me percaté de todo tu ritual hasta que viajaste a unas montañas del planeta Tierra y aquella chispa se había convertido en mi sol.

Mis libros de poesía

Ropa para Poetas y amantes de la Poesía